lunes, 6 de octubre de 2014

Mi muro de lamentaciones...

La mayoría de las mujeres hablamos mucho, pensamos mucho y sentimos mucho...
Yo soy una de ellas, y para desahogarme, para hacer catarsis, en los últimos años he tenido tres muros de lamentaciones: éste blog, el skype con mi parcera, y un tercero que como unicornio azul, he perdido...

Es un punto de conexión con mi alma, es -o era- un lugar al que yo podía llegar sin pedir permiso para hablar de todo y de nada, para desahogar mis sentimientos y pensamientos inapropiados, sin temor, pero con expectativa. Extraño mucho ese muro de lamentaciones, y aunque está ahí, no puedo entrar, ya no puedo volver sin permiso, sin retorno, sin invitación.

Tal vez eso es lo que más duele de ese momento en el que te despides, no ese en que dices adiós esperando que alguien te detenga, sino ese en que sabes que nadie va a correr tras de tí. Descubres que ese lugar donde depositaste tanto sigue ahí, pero no para ti. La distancia y el tiempo se tornan tan amplios, y cada vez te vas alejando más de ese lugar, de esa conexión que tanto amaste.

Ese muro de lamentaciones era mi mayor ilusión, y lo he perdido.

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