domingo, 9 de marzo de 2014

Esa etiqueta llamada Felicidad...

No cabe duda que la vida puede ser una experiencia maravillosa o tortuosa dependiendo en gran medida de la actitud con que la asumimos...así como también (y no en un orden de prioridad) depende de la historia, la cultura, la configuración socio económica y familiar en la llegamos al mundo.
Pero también, hay una cosa que he descubierto recientemente...y es que esa felicidad o desdicha (si es que ese es su antónimo) depende fundamentalmente de las decisiones que hemos tomado y que llegaremos a tomar...
Y lo digo por mí, por supuesto, porque es la única vida sobre la cual tengo derecho, potestad y argumentos para hablar...mis decisiones, bien hayan sido aciertos o garrafales errores, han construido este presente que tengo...y analizándolo casi desde afuera, me doy cuenta que aunque asuma con la mejor actitud ciertas cosas que no me gustan, no se trata de poner mi mente en estado zen, sino de poner mi propio ser en orden, en mi orden.
Es decir, no sólo basta con cubrir mi realidad con un papel celofán azul para verlo bonito (aunque eso ayude, y bastante, sobre todo en las cosas que definitivamente no dependen de mí para cambiar). Se necesita hacer que ese estado generador de felicidad pase...tomando las decisiones que mi corazón le exige a mi ser...
La pregunta es: ¿De verdad lo haré?

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