Por mucho tiempo la realidad colombiana ha sido leída bajo la premisa de que su principal problema y dolor de cabeza es la presencia prolongada y degradada de grupos subversivos, principalmente de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en nuestros territorios, causando muertes, secuestros, redes de narcotráfico y otros flagelos.
Luego de fallidos intentos de negociaciones con este y otros grupos armados para lograr la "paz", llega el controversial político Álvaro Uribe a ocuparse de la presidencia de la República por 8 largos y sustanciosos años, donde su bandera fue derrotar a los "narcoterroristas de las FARC" y acabar con la corrupción en todas las esferas del Gobierno.
Pasado ese periodo y ahora en la administración del Presidente Juan Manuel Santos, de la misma corriente política de su antecesor, pareciera que Colombia colapsara. Bien podría pensarse que es la ausencia de ese mesías lo que tiene al país así, o inclinarse por una segunda explicación (con la cual me identifico) y es que es ahora donde están surgiendo las consecuencias del discurso que nos acompañó en los últimos ocho años, junto con las acciones de dicho gobierno uribista. Pues he aquí algunos de los síntomas (¿o consecuencias?) que padece nuestra patria hoy:
- Las FARC no se han acabado. Replegado tal vez, disminuido, no se sabe, pero siguen presentes en el territorio nacional
- Es casi una tendencia el hecho de que los servidores públicos del pasado sean investigados y condenados por malos manejos en sus administraciones (Agro Ingreso Seguro, escándalo de las chuzadas del DAS, Gobernador del Valle, Alcaldesa de Armenia, parapolíticos, Gobernador del Magdalena, etc, etc, etc.) Caso curioso: el único que no cae es Uribe, pero todos sus servidores sí
- Ha explotado una inaudita crisis en el modelo implantado para atender la salud de los colombianos. A mi parecer, es el caso de corrupción más reprobable, porque de un derecho hicieron no sólo un negocio sino una mina de oro, encumbrada sobre una atención deplorable a los usuarios. Es el fracaso evidente de privatizar un derecho, bajo el sofisma de la eficiencia del sector privado.
- La educación tambien se encuentra en crisis. Se ha privilegiado la cobertura sobre la calidad, graduando a miles de colombianos en programas técnicos para ocuparlos como obreros, no como profesionales, puesto que la educación superior es un privilegio y no un derecho. Y ni qué decir de la educación básica en las zonas rurales del país, donde se roban el presupuesto para el pago de docentes, las infraestructuras son obsoletas y pocos docentes no muy motivados atienden a un número de estudiantes superior a lo pedagógicamente óptimo.
- Mientras se alardea con cifras de tasa de desempleo del 10%, lo cierto es que de ese 90% empleado, cerca del 60% lo hace en la economía informal, con condiciones laborales deprimentes, sin seguridad social ni prestaciones, en el rebusque o subcontratado por una cooperativa de trabajo asociado, figura por definición empoderadora de colectivos, pero subvertida y utilizada para explotar a los trabajadores de este país y evadir todo tipo de ganancias históricas de los movimientos obreros
- La fuerza pública, a la cual con el discurso guerrerista imperante se le ha destinado buena parte del presupuesto nacional, lejos de ser impecables y darnos seguridad o por lo menos sensación de tranquilidad, se ven cada vez más envueltos en casos de corrupción, narcotráfico, falsos positivos, asesinatos, violaciones, maltrato a animales y demás. Y ni qué decir de su popular ESMAD (escuadrón especial antimotines o algo así) que no es más que hombres en masa que no piensan, sino que ejecutan. No se preguntan por qué la gente está protestando, sólo les importa dispersar la protesta, a como dé lugar.
- El índice de Necesidades Básicas Insatisfechas según el último censo del DANE a nivel nacional es del 27%, lo que quiere decir que una cuarta parte de la población tiene dos o más necesidades básicas insatisfechas, como déficit en vivienda, escolaridad, alta dependencia económica en el hogar, entre otros indicadores. Hay departamentos del país donde este porcentaje alcanza más del 50% , como es el caso del Chocó y La Guajira, por citar dos ejemplos.
- La ola invernal desatada y sus efectos devastadores no sólo son obra de la madre tierra y los efectos de situaciones naturales globales, tambien tienen mucho que ver con la negligencia de las administraciones y corporaciones regionales para prevenir estas emergencias. Yo me pregunto dónde está la conciencia de estos funcionarios como para permitir con su inoperancia semejante catástrofe.
- Y por si fuera poco, basta ver los noticieros y periodicos para ver cómo abundan los asesinatos por celulares, ajustes de cuentas, por diferencias de equipos deportivos, o cualquier otra estupidez comparadas con el valor de una vida humana. Las personas no toman conciencia del daño que pueden causar conduciendo automóviles en estado de embriaguez; los mototaxistas generalmente son jóvenes inexpertos que ponen en riesgo la vida del pasajero, los conductores de busetas piensan más en la tarifa que en los usuarios; impera la ley del más fuerte y la mayoría de la población no es consciente de la crítica situación del país y de la responsabilidad de los gobiernos en ella. Siguen votando por los mismos, siguen vendiendo los votos por tamales y asados y creen que esto no tiene ningun efecto en la vida cotidiana; como me dijo alguien alguna vez: "Gane el que gane yo tengo que levantarme a trabajar". Qué falta de conciencia sobre nuestra situación nacional.
Ante esta compleja realidad, se encuentra el profesional de Trabajo Social y carreras afines, con tres características fundamentales:
- Nuestro quehacer está ubicado en un lugar reactivo, atendiendo lo emergente y muy poco en prevención
- Es claro que lo que menos le interesa al Estado y a la empresa privada es la reivindicación de los Derechos Humanos, sino la disminución de la insatisfacción para evitar levantamientos sociales
- Es difícil pensar que haya un humanismo real e intereses altruistas en los proyectos diversos en que trabajamos, generalmente atienden a múltiples intereses con transfondos económicos para quien los financia
¿Qué hacer con nuestro "proyecto ético y transformador" como egresados de una profesión humanista por naturaleza? ¿Qué hacer con el conflicto que se genera entre nuestros principios y nuestra supervivencia?
Yo planteo acciones en dos roles: como ciudadanos y como profesionales.
Como ciudadanos me refiero al hecho de ser coherentes con nuestra visión, pues muchas veces organizamos comunidades, empresas, hacemos abordajes en familias y en diferentes escenarios pero no construimos nada en nuestras propias realidades micro, por lo cual planteo que es primordial revisar y mejorar nuestros comportamientos con el medio ambiente, en nuestra familia, en nuestros roles de padre y madre, como vecino, como miembro de una sociedad, como trabajadores, en fin, en nuestro diario vivir. Creo que podríamos aportar más de lo que imaginamos.
Y como profesionales, siempre recuerdo el MARGEN DE MANIOBRA del que habla Carlos Montaño, porque en realidad, aunque sea poco, siempre existirá la posibilidad de intervenir con el sello humanista que debe caracterizarnos, utilizando los recursos existentes para fomentar la reflexión y la transformación.
Me pregunto: ¿Cómo hacer que la sociedad se cuestione y que los individuos trabajen para mejorar sus condiciones y restablecer sus derechos? ¿Cómo hacer que el Estado y sus instancias funcionen al servicio de los sujetos?
Es algo en lo que creo que debemos reflexionar como gremio, pero pienso que es esencial ocupar esas instancias políticas y administrativas donde se generan las políticas públicas, donde se destinan los recursos, tales como el Congreso, Acción Social, el ICBF, los departamentos de Responsabilidad Social empresarial, en fin, esos lugares que ocupan personas sin conciencia colectiva, debemos ocuparlos nosotros, y generar cambio, desde nuestro margen de maniobra.
¿Ambicioso? Puede que sí, pero vale la pena intentarlo por nuestra desangrada Colombia
Excelente entrada, Lore.
ResponderEliminarEnte todo, te felicito por no olvidar nunca tu labor profesional, por tenerla siempre presente.
Bueno, así como planteas a el país, realmente sí que está jodido y es que esa es la realidad. Lo que vemos en la televisión no es nada comparado con lo que se vive a diario y al parecer al gobierno le ha interesado que esto siga así y que la revolución de pensamiento no exista. Qué pasó con el polo democrático?. La esperanza sigue siendo Petro, no veo más.
O si.... tu y otros trabajadores sociales, comunicadores y otros profesionales jóvenes como nosotros que sabemos que sí es posible un cambio y que esto está a punto de colapsar y que la revolución se acerca(Egipto, Libia, Tunez, España...)
Yo confío
Confiemos Annita, y construyamos!!!! Un abrazo
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