Que nos sacaron de la costilla de un hombre…
Que somos el sexo débil…
Que así como Jesucristo es la cabeza de la Iglesia, el hombre es el jefe del hogar, y la mujer le debe sumisión, servicio y obediencia…
Que el rol de la mujer se encuentra en la esfera privada, y el del hombre en la esfera pública (ejemplo supremo de esto: en la iglesia católica, la mujer como monja con su caridad silenciosa, y el hombre como cura con su incidencia y evangelización pública; el derecho al voto privilegio de hombres hasta hace pocas décadas; entre otras tantas cosas)…
Que a la mujer se le ve mal la infidelidad, pero en el hombre es muestra de su virilidad y motivo de orgullo…
Que “la mujer que no da ná, entonces no sirve pa` ná”, adagio hecho canción en el cantante vallenato Diomedes Díaz, mayor recopilador de la idiosincrasia costeña y el culto a la virilidad, en detrimento de la mujer…
Que detrás de un buen hombre, hay una gran mujer…
En fin, no terminaría de escribir los mitos y realidades que esconden el mundo de la mujer y el hombre. Sólo sé que, Adán haya salido de Eva o Eva de Adán, o los dos al tiempo, o que no hayan sido ellos los primeros hombre y mujer de la tierra, es evidente que la sociedad ha creado un culto al hombre que le hizo apropiarse de los espacios públicos y gobernar los privados, haciendo de la mujer por muchos años una herramienta de procreación y servicio, “un instrumento sin mejores pretensiones”, un ente puesto al servicio de la humanidad y considerada la eterna menor de edad, que antaño debía incluso doblegarse ante los hijos varones.
Por más que lo intento no logro imaginarme un mundo en el que no tuviese derecho a trabajar, a votar, a incidir en las esferas públicas, en donde tuviese que levantarme a las 3 de la mañana a moler maíz, cocinar en leña para 15 personas, incluyendo en esa lista a mis 13 hijos, lo cual implica que me pasaría media vida entre sufrir la “mala barriga”, parir, hacer la “dieta”, amamantar, enseñar a caminar, a comer, a correr, a respetar, etc., etc. Además de eso, estar presta a solucionar las ansias sexuales de mi marido sólo cuando el quisiese, sin poder siquiera expresar un poco de placer, por temor a ser considerada una mujer de la calle…No, no logro imaginarlo.
Afortunadamente, creo, nací en un momento que a fuerza de valientes mujeres que levantaron su voz, ha logrado transformar muchas injusticias y absurdos en nuestra sociedad. Nací en un tiempo en el que por lo menos en la ley puedo decidir cuántos hijos quiero tener; donde la tecnología me favorece mis múltiples tareas asignadas no se por qué perezoso hombre y reafirmadas por mi mamá y las mujeres cercanas; donde puedo estudiar en una universidad al igual que los hombres; donde puedo aspirar a cargos directivos en la administración pública o privada, donde puedo ejercer plenamente mi sexualidad…eso en el papel, y en una que otra mujer emancipada. Pero lo cierto es que pese a significativos avances, las mujeres seguimos soportando el mundo. Lejos de feminismos, lo que trato de plantear es que en este proceso de “liberación femenina”, hemos asumido nuevos roles, con el agravante de que seguimos teniendo muchos de los roles tradicionales. Y lo digo yo, una mujer profesional en Trabajo Social, empleada de una organización privada, y que entrelaza su vida entre la familia (mi esposo y mi hija) y el trabajo. Eso traduce en la cotidianidad, múltiples tareas, cambiando de rol de acuerdo con la hora y la situación. Muy temprano soy esposa y mamá, me encargo de la limpieza del hogar y de preparar el desayuno para mi familia, llevo a mi hija al hogar infantil y de allí paso a ser Directora de una entidad, hasta pasadas las 6 de la tarde, donde nuevamente corro a ponerme el delantal, para hacer la cena, el tetero, limpieza nuevamente, cuidado de la bebé, afecto repartido para la familia, lectura de un libro si el tiempo y el sueño me dejan, y una noche plácida al lado de mi esposo, interrumpida dos o tres veces por el llamado de un ser maravilloso salido de mis entrañas…
Con todos estos avatares, donde lucho día a día por mi reivindicación como mujer por un lado y sirvo con amor a mi familia por el otro, me pregunto: ¿nos hemos liberado las mujeres? Y más fundamental aún: ¿podemos y debemos liberarnos las mujeres?...
Pues cuando creo que he encontrado la respuesta, me surgen nuevas dudas. Hoy, puedo decir que hay un hecho que es indiscutible y es que las mujeres encarnamos la fertilidad, somos la base de socialización de los sujetos en la familia, somos creadoras y mantenedoras de las bases axiológicas de una familia, y todo esto a mi manera de ver se debe fundamentalmente a la maternidad que encarnamos todas, incluso las que no son madres. Biológicamente, somos diferentes, se nos otorgó el don de parir, de dar vida, y esto nos genera relaciones más profundas y responsabilidades más sentidas con nuestra descendencia…Y a riesgo de que me juzguen, creo que eso multiplica nuestra capacidad de amar, de tolerancia al dolor, de paciencia y de aguante. Todo eso lo ha tenido claro la sociedad, sólo que de eso se ha valido ella misma para convertirnos en servidumbre. ¡YO ME REVELO CONTRA ESTO!
Porque esa capacidad para amar, es la única clave capaz de sacar al mundo de esta crisis de valores tan grande por la que atraviesa, donde la desigualdad reina y se genera por la falta de amor al prójimo y el exceso de codicia. Mi llamado entonces, no tiene que ver con quitarnos el delantal y salir a bailar todas las noches, a tener sexo sin parar, a ser infieles y a tomar toda conducta reprobable del hombre como lindero a seguir. No, mi llamado es a luchar por nuestra autodeterminación, a ser lo que queremos ser, y a amar sin fin el mundo y los seres que ha parido la madre tierra. A servir con amor, no a ser sirvientas. A estructurar familias con valores, a sembrar conciencia crítica y humanista en los demás, en nuestros hijos, en los hijos del mundo…
Yo estoy segura que somos capaces, porque las mujeres estamos hechas de un material angelical, con fragilidad y fuerza, con inteligencia y sensibilidad…
Y el hombre, ha de caminar hacia la construcción de su identidad, ya sin una sierva para él, sino con una compañera de lucha, en búsqueda de la felicidad…
P.D. En la imagen, seis hermosas, talentosas, inteligentes y amorosas mujeres. Mi respeto y cariño para Libia, Johanna, Annabell, Vera y Yuleidis, mis compañeras de trabajo. Y un abrazo para la mujer de mi vida, mi madre, y para mi hermana Carol, mi cómplice en la reivindicación femenina…
“Eva sale a cazar en celo
Eva sale a buscar semilla
Eva sale y remonta vuelo
Eva deja de ser costilla”
Sabio Maestro Silvio Rodríguez D.

Lorena sabía que no iba a perder mi tiempo leyéndote. Admiro las mujeres que subvierten los valores y roles establecidos, las que trasgreden los imaginarios de la construcción cultural llamada Género. Y sobra decirte entonces que estás entre mis admiradas. Sos de aquellas "desconocidas gigantes que no hay libro que las aguante" de las que habla nuestro sabio Maestro.
ResponderEliminarQué agradable visita querido Daniel...se me hace que eres de esos hombres que estos tiempos necesitan!!!!
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes razón Lorena, la liberación femenina es un eufemismo. No desde el principio tuvo esa connotación porque la idea de trabajar, opinar y tener cargos importantes en la sociedad es un gran paso para nosotras. La historia nos debía una ventana para mostrar nuestras capacidades.
ResponderEliminarSin embargo es más difícil. Biológicamente estamos hechas para criar a los hijos, ser madre es un trabajo que hoy en día, con todo el pensamiento capitalista que nos rodea, debería remunerarse. Pero obviamente ésto que acabo de mencionar, al sistema, es lo que menos le interesa.
Para cambiar el paradigma necesitaremos años, porque el machismo es una señal de ignorancia en nuestros pueblos. Y bueno, para no alargar la historia ya sabemos lo que sucede en nuestros pueblos con el sistema educativo.
Me ha sucedido:
él: te invito a comer
yo: ok, gracias
él: pero tu pagas
yo: eres un cretino
él: ¿y qué pasó con la liberación femenina?
¿Absurdo, no?
Que la liberación femenina sea tan real para acabar con estas excusas. Que no sea un motivo más para holgazanería y pereza de hombres inseguros, cobijados en una máscara de machos cabríos.
Gracias por subir esa foto tan hermosa. Nos vemos divinas y valiosas.
Un besote amiga!!!
Es así, la liberación no puede implicar el abandono de nuestras razones de ser...yo respeto mucho la decisión de una mujer respecto al ser madre o no...
ResponderEliminarYo lo dudé, y elegí ser madre de dos hijos. Hoy, tengo una hija hermosa, que me regala inmensas alegrías...ya no camino sola, camino con mi esposo y mi hija y me siento orgullosa de eso...Una cosa es reivindicar nuestros derechos, lo cual debe ser una constante en nuestras vidas, y otra es, en aras de vivir "lo que me han robado", abandonar mi responsabilidad entrañable como madre, algo que sale del alma, algo visceral, algo que te crea un lazo indestructible con otro ser y con el resto del mundo...
Ser madre es una oportunidad para aportarle amor y conciencia al mundo...se trata de encauzarlo de tal manera que no nos convirtamos en sirvientas, sino en acompañantes de un proceso de formación...haciendo todo CON AMOR...
Gracias por pasar por aquí!!!
Lorena, muy buena reflexión de principio a fin. De acuerdo totalmente contigo, incluso en la parte de la canción de Diomedes Días, ese tipo es el típico ejemplo del machista latinoamericano: tiene alrededor de 26 hijos mal contados, con diferentes mujeres. Te recomiendo una crónica de Alberto Salcedo Ramos que se llama "La eterna parranda de Diomedes", la encuentras en la revista Soho. Muchas gracias por tu visita a mi casita de sueños, que rico encontrar personas como tú en "Segunda cita", un abrazo enorme
ResponderEliminarCarlos Eduardo
Acá en Antioquia tenemos nuestro Diomédez, se llama darío Gómez.
ResponderEliminarLorena, gracias por tus palabras, yo intento en mis palabras y actos no reproducir el discurso patriarcal, pero tengo la conciencia de que estoy a años luz de ser lo que quiero y debo ser.
Oye, me recordaste "Canción de invierno", siempre la he interpretado como una narración cotidiana de lo que una mujer debe ser para cumplir con ciertos parámetros.
Qué rico encontrarte por acá Carlos Eduardo...Gracias por tus sugerencias
ResponderEliminarDaniel, increíble lo de la canción, nunca le había puesto atención y tremenda letra!!!!
Es que parece que hubiéramos nacido para complacer a todos, excepto a nosotras mismas...yo tambien lucho por no perderme todos los días, por reencontrarme, pero qué difícil es!!!
Lorena querida.
ResponderEliminarCreo que "Canción de invierno" es la prueba reina de la sensibilidad de Silvio. Que bueno que te hubiera gustado la letra de esta cancionsota.